Isabel pajares y ainhoa Ezkurra
BIOGRAFÍAS
En 2013, impulsada por su prima, Isabel Pajares llegó a Formentera para hacer la temporada. La isla, generosa y luminosa, la recibió con un verano de película. Desde el desaparecido kiosko de Es Pujols, y de la mano de Bartolo, comenzó un viaje que marcaría su vida. Acompañada de una sencilla cámara analógica, empezó a fotografiar a la “tribu” que iba conociendo, estableciendo con cada retrato un vínculo, una historia compartida.
Sus primeras imágenes, en blanco y negro por necesidad económica, tienen la belleza atemporal de lo esencial. A cada fotografía le ha dedicado su tiempo, su mirada y su memoria. A lo largo de más de una década de veranos en la isla, ha retratado a residentes y visitantes con una sensibilidad íntima, entre ellos el músico Erik Doornweerd, el pintor Fire Fox o el fotógrafo Alberto García Alix. Muchas de sus amistades y sujetos retratados forman hoy parte del latido artístico y humano de Formentera.
El verano de 2012 trajo a Ainhoa Ezkurra hasta Formentera sin grandes planes ni expectativas, pero con la apertura suficiente para dejarse tocar por la isla. Lo que comenzó como una llegada casual se transformó en un vínculo profundo y duradero, alimentado por la calidez de su gente y la energía singular del territorio.
Formentera se convirtió en un refugio creativo y vital, un espacio donde la calma y el movimiento se entrelazan y permiten habitar el presente con atención. Es uno de los pocos lugares donde, como ella misma reconoce, puede permanecer, observar y concentrarse. Allí, sus ideas —casi siempre nacidas de lo cotidiano y teñidas del contexto isleño— toman forma.
En la isla, lo imposible se difumina y lo espontáneo florece. Esa accesibilidad mágica al mundo, esa mezcla de ensueño y realidad, la elige una y otra vez. Año tras año, Formentera le recuerda por qué regresar es también una forma de permanecer.
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confesiones al mar
Confesiones al mar es una conversación entre mujeres de Formentera que nace del deseo de explorar la relación humana con el mar, a través de las voces de cuatro mujeres de distintas generaciones cuyas vidas han estado marcadas, de una u otra forma, por él.
Esta propuesta es una carta de amor al mar y a las mujeres de la isla, pero también una reflexión íntima sobre cómo las vivencias cambian con el paso del tiempo. En Formentera, donde la tierra se rodea de agua y solo se accede por vía marítima, el mar no es solo paisaje, sino presencia constante: refugio, sustento, motor de vida… y, para algunas, también carga.
Confesiones al mar da voz a quienes han crecido y vivido en este entorno singular, habitando un vínculo profundo con su geografía, su cultura y su memoria. Cada mujer aporta su mirada, su historia, sus luchas y sus sueños, tejiendo un relato colectivo que habla de identidad, pertenencia y transformación.